Música: Las olas del Mar Cantábrico rompiendo en la playa "La Salvé" de Laredo (Cantabria).
Una chica camina. Es rubia con el pelo larguísimo alisado a conciencia en la peluquería, lugar que pisa haciendo un exceso y básicamente por obligación una vez al año. Por eso, cuando va le gusta ver el pelo alisado como una tabla cosa que ella no tiene paciencia para hacer cada día. Agua, espuma, ondas rizadas, no-secador. Su pelo se mueve mientras camina, sigue su ritmo. Tiene la piel muy blanca. Un pantalón negro ancho con cuerdas técnicamente inútiles que cuelgan a los lados, bolsillos con botones plateados. Una camiseta negra sin mangas con una especie de tribal blanco, un cinturón de dados negros en el que los 6 están marcados en rojo y el resto de los números en blanco uniendo los dados con una cadena de plata. Unas botas negras con plataforma del aspecto más alejado imaginable a unos zapatos de tacón "de punta". Las uñas pintadas de negro. Un bolso negro. Unas pulseras de colores y otra de plata en la mano izquierda. Una pulsera de pinchos en la mano derecha, nueva, comprada hoy porque hoy es y ha sido un día de suerte. Porque este fin de semana ha supuesto infinitamente más de lo que esperaba. Y lo sabe, y sabe que lo recordará siempre, como algunos otros días afortunados, y que esos pinchos guardaran la suerte. Anda tranquila, observa, intentándolo captar todo, se queda con miradas, busca entre la gente sin querer encontrar nada, solo miradas. Coleccionista de miradas, de recuerdos, de retales, de todo ese tipo de cosas que son tan terriblemente valiosas que no cuestan ningún dinero aunque poca gente es capaz de regalar.
La han llamado "La Gótica", "La Siniestra"... pero ni es gótica, ni es siniestra ni le gustan esas etiquetas ni ninguna otra. La miran con miedo, como si fuera de hielo, con desprecio, con asco. Los niños la estudian, sin embargo, atentamente, con interés incluso, pero sus padres se giran la recorren con mirada despectiva de arriba abajo y los hacen mirar a otro lugar. Sin embargo esa estética causante de las etiquetas crea una terrible conexión con gente con la misma mirada observadora que ella y receptores de las miradas escrutadoras del resto... comparten sonrisas, hermosas sonrisas, y palabras. No se volverán a ver pero ese será un segundo valioso y eso es lo que importa. Y sólo y únicamente esa gente es la que siente, la que necesita y la que quiere. Se alegra de saber encontrarla y por eso sonríe. Sonríe a la nada, al cielo, a los barcos. Camina por la playa de Laredo, el único sonido las olas del Cantábrico rompiendo. Es incapaz de encender su inseparable discman. Y no lo encenderá.
Camina despacio, se para, mira las gaviotas, la gente, las olas, los barcos, recoge conchas de colores que le gustan, las limpia cuidadosamente con el agua salada y las guarda en la mano, apretándolas fuerte pensando en un collage de recuerdos y momentos recientes y lejanos, todo se entremezclan en una sucesión de fotogramas y la banda sonora es el mar, las aprieta fuerte para guardar en ellas esa sensación. El sol se vuelve rojo mientras sigue caminando. La gente camina al mismo ritmo que las olas. Tranquilidad. Se para, mira de frente al horizonte a las olas y escucha esa melodía atentamente. Como si se tratase de su discman. Y esta chica tan siniestra, tan "gótica", tan helada, borde, fría y rara deja que de dos espejos verdes oscuro fluyan pequeños ríos de agua salada que se unen luego al mar bajo sus pies. Ríos de agua salada porque se siente feliz, porque nunca se había sentido así en su vida, porque todos los momentos que recuerda de ahora, de hace poco, de hace muchos años, pocos años... ¡es igual! porque todo lo que recuerda es bueno, es valioso, todo son cosas que han construido ese momento que esta viviendo.
Las olas rompen, la melodía sigue sonando. Y solo una canción en el mundo había conseguido tal efecto (o tal vez dos). Pero la canción del mar es infinita, es la mezcla de todas las canciones que asocia a esos recuerdos, de todas las sensaciones que esas canciones crean y han creado a lo largo de los años. Es la melodía perfecta. Pasa mas de media hora quieta mirando al mar y horizonte de frente, pensando, rememorando cosas, personas, lugares... todos TAN diferentes pero a la vez TAN iguales. Distantes unos de otros pero aportando lo mismo. Parece como si todos esos pensamientos de tantos años observando el mar, su mar, frente a su casa volvieran a ella en ese momento, como si el mar hablase. Mira al mar y siente que todo el horizonte es suyo, que tal inmensidad está ahí, frente a ella, que todos esos momentos valiosos que recuerda son solo el comienzo, que quedan millones de momentos así. El agua alcanza sus botas en un momento pero no se mueve, sigue mirando, sigue dejando fluir esa sensación porque es TAN brutal, TAN real, TAN alucinante. Cualquier atisbo de miedo que se cierne sobre la perfección del momento lo mitiga la espuma blanca rompiendo frente a ella, solo para ella. No hay voces que disturben su pensamiento, solo el mar oye su voz si habla, solo el mar la escucha pensar. Y siente tal vínculo con el mar, con el sol poniéndose, el rojo en el horizonte, la brisa... mira a su alrededor hay gente pero a los metros necesarios para que solo el mar la escuche gritar GRACIAS con los ojos brillando y una sonrisa triunfante y pletórica.
Sigue caminando lo vuelve a escribir en la arena, con su bota, lo mira, sonríe y sigue caminando hacia su casa. Escribe más cosas que el mar guardará siempre. Con las manos en los bolsillos. Escuchando el mar. Sonriendo. El sol se ha puesto del todo, pescan en la orilla, el mar hipnotiza. La emoción y valor de algo que nunca se ha sentido antes, la sensación de que es el principio de algo, de que esto es ese ALGO. Encuentra una concha grande, la guarda con las demás. Pasa de la arena mojada a la seca, andando hacia atrás por no dejar de mirar al mar a los ojos. Antes de salir de la playa llena la concha de arena y vuelve a gritar GRACIAS. Y se siente feliz. Llega a su casa guarda en un bote la arena, limpia las conchas y en el bote y las conchas se guarda Parasiempre lo que siente y espera que sea el principio, esa New Generation, esa A Bell Will Ring, esa seguridad para asumir que ha abandonado La Bifurcación definitivamente para seguir caminando orgullosa, de haber tenido valor de abrir el libro y empezado a leer... y también escribe, y mientras escribe vuelve la esencia del mar a sus ojos verde oscuro haciendo el color más intenso pero es algo tan valioso y real que sería un terrible asesinato no dejarlo fluir.
"Maybe I just want to fly, want to live I don't want to die, maybe I just want to breath maybe I just don't believe, maybe you're the same as me, we see things they'll never see, you and I are gonna live forever" - "Live Forever", Oasis.
PD: Suerte Silvia. Suerte Lidia.
*Silvia es una persona que he conocido hoy en el autobús con la que he venido hablando todo el viaje Bilbao-Laredo que quiero y espero que tenga toda la suerte del mundo porque sé que pasar malas etapas, sea cual sea la circunstancia, es algo ante lo que es muchas veces difícil encontrar un motivo para no abandonar. Sé que no leerá esto, pero por momentos como ese, en el que alguien que no conoces de nada parece que te hubiera conocido de siempre, es por una de las cosas por las que merece la pena todo. Alguien como ella se lleva hoy una "simple" servilleta que tenía en el bolso con un "Eskerrik Asko", al menos sólo es eso a la vista de cualquiera, pero esa servilleta llevaba grabada en cada una de las letras la tremenda energía de aquel fin de semana de Abril de cuatro días en el que la guardé en el bolso, esa energía esta ahora con ella. Este fin de semana ha sido tan o más significativo incluso que aquel y ella también ha estado presente en él y siempre la recordaré. Dudo volverla a ver alguna vez pero espero que donde esté este bien.*
*Añado también que gracias a todos y a nadie en concreto, a los que me leéis, a los que ni siquiera sabéis que existe este lugar, a los que existís, a los que me hacéis/habéis hecho feliz leáis o no leáis esto jamás, a los que habéis hecho este fin de semana tan memorable como aquel fin de semana de Abril de cuatro días o aquel 11 de Abril, aquel 3 de Julio, aquella semana de Julio del 99... por motivos tan diferentes, a los que habéis cambiado mi vida de una u otra manera y un largo etcétera. Nunca seré capaz de agradecer lo que muchas personas que tal vez no vea nunca mas y otras que espero ver pronto han/habéis hecho por mí. Todo estáis/están ahí siempre que miro al mar, a mi mar. Todos estáis aquí, conmigo, con la estrella que llevo colgada en el cuello hace nueve años porque es un espejo que guarda todo lo vivido, con el significado de esta inicial que no es la mía, con esta pulsera, con todo. Gracias. Infinitas. Inexplicables.*
Una chica camina. Es rubia con el pelo larguísimo alisado a conciencia en la peluquería, lugar que pisa haciendo un exceso y básicamente por obligación una vez al año. Por eso, cuando va le gusta ver el pelo alisado como una tabla cosa que ella no tiene paciencia para hacer cada día. Agua, espuma, ondas rizadas, no-secador. Su pelo se mueve mientras camina, sigue su ritmo. Tiene la piel muy blanca. Un pantalón negro ancho con cuerdas técnicamente inútiles que cuelgan a los lados, bolsillos con botones plateados. Una camiseta negra sin mangas con una especie de tribal blanco, un cinturón de dados negros en el que los 6 están marcados en rojo y el resto de los números en blanco uniendo los dados con una cadena de plata. Unas botas negras con plataforma del aspecto más alejado imaginable a unos zapatos de tacón "de punta". Las uñas pintadas de negro. Un bolso negro. Unas pulseras de colores y otra de plata en la mano izquierda. Una pulsera de pinchos en la mano derecha, nueva, comprada hoy porque hoy es y ha sido un día de suerte. Porque este fin de semana ha supuesto infinitamente más de lo que esperaba. Y lo sabe, y sabe que lo recordará siempre, como algunos otros días afortunados, y que esos pinchos guardaran la suerte. Anda tranquila, observa, intentándolo captar todo, se queda con miradas, busca entre la gente sin querer encontrar nada, solo miradas. Coleccionista de miradas, de recuerdos, de retales, de todo ese tipo de cosas que son tan terriblemente valiosas que no cuestan ningún dinero aunque poca gente es capaz de regalar.
La han llamado "La Gótica", "La Siniestra"... pero ni es gótica, ni es siniestra ni le gustan esas etiquetas ni ninguna otra. La miran con miedo, como si fuera de hielo, con desprecio, con asco. Los niños la estudian, sin embargo, atentamente, con interés incluso, pero sus padres se giran la recorren con mirada despectiva de arriba abajo y los hacen mirar a otro lugar. Sin embargo esa estética causante de las etiquetas crea una terrible conexión con gente con la misma mirada observadora que ella y receptores de las miradas escrutadoras del resto... comparten sonrisas, hermosas sonrisas, y palabras. No se volverán a ver pero ese será un segundo valioso y eso es lo que importa. Y sólo y únicamente esa gente es la que siente, la que necesita y la que quiere. Se alegra de saber encontrarla y por eso sonríe. Sonríe a la nada, al cielo, a los barcos. Camina por la playa de Laredo, el único sonido las olas del Cantábrico rompiendo. Es incapaz de encender su inseparable discman. Y no lo encenderá.
Camina despacio, se para, mira las gaviotas, la gente, las olas, los barcos, recoge conchas de colores que le gustan, las limpia cuidadosamente con el agua salada y las guarda en la mano, apretándolas fuerte pensando en un collage de recuerdos y momentos recientes y lejanos, todo se entremezclan en una sucesión de fotogramas y la banda sonora es el mar, las aprieta fuerte para guardar en ellas esa sensación. El sol se vuelve rojo mientras sigue caminando. La gente camina al mismo ritmo que las olas. Tranquilidad. Se para, mira de frente al horizonte a las olas y escucha esa melodía atentamente. Como si se tratase de su discman. Y esta chica tan siniestra, tan "gótica", tan helada, borde, fría y rara deja que de dos espejos verdes oscuro fluyan pequeños ríos de agua salada que se unen luego al mar bajo sus pies. Ríos de agua salada porque se siente feliz, porque nunca se había sentido así en su vida, porque todos los momentos que recuerda de ahora, de hace poco, de hace muchos años, pocos años... ¡es igual! porque todo lo que recuerda es bueno, es valioso, todo son cosas que han construido ese momento que esta viviendo.
Las olas rompen, la melodía sigue sonando. Y solo una canción en el mundo había conseguido tal efecto (o tal vez dos). Pero la canción del mar es infinita, es la mezcla de todas las canciones que asocia a esos recuerdos, de todas las sensaciones que esas canciones crean y han creado a lo largo de los años. Es la melodía perfecta. Pasa mas de media hora quieta mirando al mar y horizonte de frente, pensando, rememorando cosas, personas, lugares... todos TAN diferentes pero a la vez TAN iguales. Distantes unos de otros pero aportando lo mismo. Parece como si todos esos pensamientos de tantos años observando el mar, su mar, frente a su casa volvieran a ella en ese momento, como si el mar hablase. Mira al mar y siente que todo el horizonte es suyo, que tal inmensidad está ahí, frente a ella, que todos esos momentos valiosos que recuerda son solo el comienzo, que quedan millones de momentos así. El agua alcanza sus botas en un momento pero no se mueve, sigue mirando, sigue dejando fluir esa sensación porque es TAN brutal, TAN real, TAN alucinante. Cualquier atisbo de miedo que se cierne sobre la perfección del momento lo mitiga la espuma blanca rompiendo frente a ella, solo para ella. No hay voces que disturben su pensamiento, solo el mar oye su voz si habla, solo el mar la escucha pensar. Y siente tal vínculo con el mar, con el sol poniéndose, el rojo en el horizonte, la brisa... mira a su alrededor hay gente pero a los metros necesarios para que solo el mar la escuche gritar GRACIAS con los ojos brillando y una sonrisa triunfante y pletórica.
Sigue caminando lo vuelve a escribir en la arena, con su bota, lo mira, sonríe y sigue caminando hacia su casa. Escribe más cosas que el mar guardará siempre. Con las manos en los bolsillos. Escuchando el mar. Sonriendo. El sol se ha puesto del todo, pescan en la orilla, el mar hipnotiza. La emoción y valor de algo que nunca se ha sentido antes, la sensación de que es el principio de algo, de que esto es ese ALGO. Encuentra una concha grande, la guarda con las demás. Pasa de la arena mojada a la seca, andando hacia atrás por no dejar de mirar al mar a los ojos. Antes de salir de la playa llena la concha de arena y vuelve a gritar GRACIAS. Y se siente feliz. Llega a su casa guarda en un bote la arena, limpia las conchas y en el bote y las conchas se guarda Parasiempre lo que siente y espera que sea el principio, esa New Generation, esa A Bell Will Ring, esa seguridad para asumir que ha abandonado La Bifurcación definitivamente para seguir caminando orgullosa, de haber tenido valor de abrir el libro y empezado a leer... y también escribe, y mientras escribe vuelve la esencia del mar a sus ojos verde oscuro haciendo el color más intenso pero es algo tan valioso y real que sería un terrible asesinato no dejarlo fluir.
"Maybe I just want to fly, want to live I don't want to die, maybe I just want to breath maybe I just don't believe, maybe you're the same as me, we see things they'll never see, you and I are gonna live forever" - "Live Forever", Oasis.
PD: Suerte Silvia. Suerte Lidia.
*Silvia es una persona que he conocido hoy en el autobús con la que he venido hablando todo el viaje Bilbao-Laredo que quiero y espero que tenga toda la suerte del mundo porque sé que pasar malas etapas, sea cual sea la circunstancia, es algo ante lo que es muchas veces difícil encontrar un motivo para no abandonar. Sé que no leerá esto, pero por momentos como ese, en el que alguien que no conoces de nada parece que te hubiera conocido de siempre, es por una de las cosas por las que merece la pena todo. Alguien como ella se lleva hoy una "simple" servilleta que tenía en el bolso con un "Eskerrik Asko", al menos sólo es eso a la vista de cualquiera, pero esa servilleta llevaba grabada en cada una de las letras la tremenda energía de aquel fin de semana de Abril de cuatro días en el que la guardé en el bolso, esa energía esta ahora con ella. Este fin de semana ha sido tan o más significativo incluso que aquel y ella también ha estado presente en él y siempre la recordaré. Dudo volverla a ver alguna vez pero espero que donde esté este bien.*
*Añado también que gracias a todos y a nadie en concreto, a los que me leéis, a los que ni siquiera sabéis que existe este lugar, a los que existís, a los que me hacéis/habéis hecho feliz leáis o no leáis esto jamás, a los que habéis hecho este fin de semana tan memorable como aquel fin de semana de Abril de cuatro días o aquel 11 de Abril, aquel 3 de Julio, aquella semana de Julio del 99... por motivos tan diferentes, a los que habéis cambiado mi vida de una u otra manera y un largo etcétera. Nunca seré capaz de agradecer lo que muchas personas que tal vez no vea nunca mas y otras que espero ver pronto han/habéis hecho por mí. Todo estáis/están ahí siempre que miro al mar, a mi mar. Todos estáis aquí, conmigo, con la estrella que llevo colgada en el cuello hace nueve años porque es un espejo que guarda todo lo vivido, con el significado de esta inicial que no es la mía, con esta pulsera, con todo. Gracias. Infinitas. Inexplicables.*
10 comentarios:
me alegro de que todo te vaya bien, :), aun te debo un email, no me olvido, ;).
Desde el poco tiempo que llevo leyéndote he podido entrever una persona especial, capaz de ver la vida desde otra perspectiva y con una riqueza interior enorme.
Bien es cierto que, a veces, me pierdo completamente entre las metáforas en tus posts y no los comento porque, sinceramente, no los entiendo.
Espero de todo corazón que esas vistas al mar te devuelvan toda la alegría y la fuerza que se necesita cuando se está lejos de él.
Un madrileño muy harto de la ciudad.
Un beso.
Realmente me alegra sentirte así,llena de energías,en paz con el mundo a pesar de los pesares, viviendo ese "hoy" magnífico,con decisiones tomadas que ya no pesan y en principio no pesarán ya más...
Definitivamente,me gusta mucho verte así,Lidia.
Todos mis deseos de que esa sensación dure mucho,mucho tiempo.
Un besazo fueeeerte( a ver si me prestas una poquita de esa energía:p)
CAN GOD TELL ME WHY I FEEL ALONE EVRY SINGLE NIGHT?? THIS IS NOT THE RIGHT WAY, I CAN RECONIZE, JUST TRY, FORGIVE THE DESTINY..
lidia vuelveeee, que hecho de menos leerte.
Tienes un blog muy honesto y hermoso, sin duda alguna. Me gustaría formar parte de tu vida, que sepas no me olvido y llevo 9 días buceando en este blog.
Un abrazo enorme
Lidia...vuelve...
:(
Me gustan los delirios de tu mar abandonado...
FELIZ AÑO NUEVO!!!!
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